José A Ramírez Lozano
Creo en el Dios que está detrás de lo creado
siendo él la creación, su propio
aliento,
bastándose en su obra, mostrándose
en la ausencia
de estar sin ser, múltiple y uno,
solo
contenido en su nombre, comunión de
mis labios
que lo invocan creciéndolo,
múltiplo de su verbo.
Nada me exige a cambio de vivir. Sólo eso,
vivir sin más dejándome llevar de
su cuidado,
de esa oscura armonía, de ese
círculo claro
con que dicta la edad, con que
cumple la dicha
o arrebata el amor y procura la
muerte.
Sólo con él combato su propia adversidad.
Sólo con él me digo lo que apenas
conozco
y
no puedo negar más que con él, a un tiempo
materia como es también de mi
ignorancia.
Si la nada en que un día me tuviera ya antes
de nacer es tal vez lo que al cabo
promete,
gozo será no ser, ausente de mí en
esa
manera de estar siendo sustancia de
su olvido.
Y si acaso preserva otra vida tras
ésta
todo estaré ya en él, sin ser parte
en la dicha,
pleno de Dios, dios mismo, mudo de
pronunciarme.
Ni adoración ni miedo, confianza le tengo.
Como la flor del trigo suele
encañar por mayo
y dejarse amasar sin miedo a la
cizaña,
del mismo modo yo me abandono a la
vida
fiado, en mi ignorancia, de su
sabia certeza,
cumpliendo en mi descuido con su
mudo cuidado.
De La patria de los náufragos. Reciente premio LEONOR.
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