He pasado la noche junto al abrevadero
acechando al caballo con el que un
día habré
de entrar en Materón después de la
batalla.
El mío es un caballo aún sin nombre que ignora
la codicia terrible de su propia
belleza.
La noche lo confunde con su vasta
heredad,
ese oscuro dominio que los dioses
acotan
para que los mortales jamás puedan
hurtarles
las criaturas celestes, hijas sólo
del sueño
de su divinidad, impuro por ajeno.
Pero sé que vendrá. Los dioses le impusieron
la sed como un absurdo y cruel
sometimiento
y eso lo hará más débil a la
ocasión furtiva.
Él no sabe que existe porque la
noche enturbia
las aguas en que abreva y lo
entraña en sus sombras,
carnazón de la hulla, grupa fría
del alba.
Sin embargo yo sé que basta una
palabra
para que un potro cobre conciencia
de su estirpe
de lumbre y le arrebate su perfil a
la nada.
El hombre que bautiza con su nombre un caballo
lo hace suyo al instante y no habrá
ya enemigo
que lo monte si antes no le arranca
sus sílabas.
He pasado otra noche junto al abrevadero
acechando el barrunto de su trote,
aguardando
lo mismo que un cuatrero el
resuello caliente
de su ansiedad, el roce tan tierno
de sus belfos
con el agua. Y en vano, toda la
noche en vano.
Cuántas veces el alba traicionó mi ambición
mostrándome mi reino de Corambo
arrasado
por las guerras absurdas que yo
mismo declaro
contra mí combatiendo mis huestes
con el tiempo
para aplazar así un día la
victoria.
Yo sé que no entraré jamás en Materón
sin mi caballo y sigo por eso
procurándole
valor al enemigo, cobardía a mis
tropas.
Materón ha caído cien veces bajo el
yugo
de mi mano y cien veces renuncié a
su bandera.
Un caballo está hecho de su propio deseo
como el mar de la oscura posesión
de su abismo.
La palabra lo hará tan cierto como
el sueño
maldito de la muerte. La sed es mi
aliada.
Aguantaré por eso otra noche en mi empeño
y al alba será mío, mucho más que
mi sangre.
Esa mañana mismo entraré en Materón
aunque ya nadie quede que celebre
mi triunfo
y mi caballo cruce solitario sus
puertas
sometiendo las sombras, ajeno a la
victoria.
De Corambo, 2007
De Corambo, 2007