lunes, 19 de agosto de 2019

VIDAS QUE NO FUERON





                                                                                                   José A Ramírez Lozano

   

   VIDAS QUE NO FUERON

    Hay vidas que no fueron vividas a su tiempo
y han dejado un vacío sin vivir
que tiene su tamaño entre los vivos,
 que delata su ausencia.

   Ese fiscal sin plaza que frecuenta de noche
la subasta de las estilográficas
y se olvida del nombre cuando puja,
porque no tiene nombre, porque no tiene más
que el hueso de una sílaba,
 y un carrete en que ovilla el perfil de su talla.

 O ese afilador que toma el tren en Cangas
con un billete numerado cuyo asiento no existe,
porque no hay tren en Cangas
ni cementerio en Sila, a donde va
cada noche a poner una glicinia
en la piedra sin nombre del hijo que no tuvo.

 O esa monja del sueño
que pronuncia su nombre en mitad de la salve
para ser en la música
 y el coro lo descubre sobre la partitura
como una nota vana de silencio,
 ese cerco de ausencia y humedad
que precede al suspiro, al tacto de la carne.

Hay vidas que no fueron vividas y de noche
toman cuerpo en las sombras y frecuentan
las vidas que los hombres descuidan cuando duermen.

Besan entonces con sus labios,
calzan sus mismos pies, muelen café, vomitan.

Y si acaso en la noche un hombre tose,
se desvela y orina,
ellas salen huyendo de su propio extravío    
 para arrojarse, ciegas,                                
en ese mar de fiebre, espejo de la nada.      


                      De La sílaba de ónice. Premio Fray Luis de León. Próxima edición..







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