Yo escucho ese discurso de mis tripas
hablarle al corazón.
Y el corazón apenas si hace
caso,
perdido en la tarea de la
sangre,
príncipe tartamudo.
Las tripas lo desprecian por creído
y corean su flema con la
charla.
Vivo de ellos. Lo sé.
De su envidia indigesta,
de sus murmuraciones,
de la soberbia con que cada
día,
ofendido en su celo,
el corazón se empeña en
demostrarles
la estirpe de su afán, su
aristocracia.
de Discurso de anatomía ( inédito)
de Discurso de anatomía ( inédito)
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