sábado, 1 de septiembre de 2018


  FÁBULA DE LA VIRGEN DE LOS GATOS

  En un zaguán oscuro
de la rúa do Século
guarda la Virgen de los Gatos
su pan de cera,
las sílabas agraces
de su constelación,
su tajada de lumbre.

Sin ella, el barrio habría sucumbido
a la miseria de la borra,
al salitre con que los aguaceros
azotan las vidrieras
de los conservatorios,
la casa de Pombal.

Ella asiste a los gatos
que matan los tranvías
y les promete un cielo de alacenas.

Todo a cambio del celo,
la devoción de su vigilia,
la llama con que alumbra
el quehacer de su dulce
misericordia si visita
de noche los tejados, si socorre
los palomares en su asombro
o ceba los candiles
de las boardillas más menesterosas.

Los gatos la cortejan
por el perfil sonámbulo del Chiado,
la salvan del acecho de las gárgolas.
Y si el diablo, acaso, sacudiera
el árbol tan terrible
del pararrayos, ellos
la sacarían del mundo por la blanca
gatera de su plenilunio.

Cuando los gatos de la rúa mueren
dejan sus ojos en ofrenda
para hacerle un collar
agraz y luminoso
como las cuentas de una letanía.

De Epifanías.Pretextos 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario