Como el que sopla una
y otra vez sobre el fuego de la herida
y hace un gesto furtivo de dolor
socorriendo su propio desamparo,
de ese modo también
soplo yo cuando escribo
sobre la tinta fresca,
porque coagule a tiempo
dando así consistencia
a esa negra postilla de la silaba,
umbral de la palabra,
isla hija del daño y sustantiva
en que fundo mi única heredad
y bajo cuya costra
-coral o sangre acaso-
se oculta el pecio enorme de la nada,
esa herida abisal en que mana el silencio.
De Copa de sombras 2009
De Copa de sombras 2009
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