No aquí bajo este olivo. Si queréis
saber
de mí bajad
a
buscarme en el dulce
remanso
de las aguas, en la umbría
verde
de las gargantas.
Mis manos sí, mi pecho.
Pero
mis ojos nunca sucumbieron
a
la ceniza. Líquidos
como
el alma, inmortales,
volvieron
por las grietas hasta el cauce
secreto
de los ríos.
Aún, cuando la tarde
dora
el agua en las pozas,
podéis
adivinar entre las guijas
la
irisación del Rhin,
el
oro de la piedra
que
tanto contemplé.
Con ella voy, espejo de mis días,
camino
de la mar,
la patria de los náufragos.
De Elegía de Yuste . Premio Ciudad de Pamplona
la patria de los náufragos.
De Elegía de Yuste . Premio Ciudad de Pamplona
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