miércoles, 20 de febrero de 2013
COCIDO DE CEROS
Se escogen aquellas palabras, como aguacero, hechicero, lapicero, que contienen este rico fruto
y, con un cuchillito, se les arrancan uno a uno sus ceros hasta un total de docena y media.
Se poenen a hervir media hora con su chorrito de aceite.
Después se dividen por el número de comesnales y resultará el cociente. Un cociente sabroso, sin decimales ya ni resto.
Conviene no cocer a la izquierda. Los ceros a la izquierda pierden todo su valor nutritivo.
De Sopa de sueños y otras recetas de cococina. Ed.Kalandraka 2004
sábado, 9 de febrero de 2013
NOCTURNO
La noche es ese templo
vacío con que ensaya
la ausencia su abandono.
Callan los dioses y habla,
cómplice, la certeza
de que nada se tiene
si no en la soledad.
Solos somos más nuestros que
ninguno.
Solos somos más todos sin saberlo.
No hay mayor noche, os digo, que
esta mía
tan negra de la tinta con que hago
más profunda la ausencia.
Pues que con noche escribo de estar solo
y, sin embargo, están
conmigo, de escucharme,
las criaturas que acechan,
sombras ellas también con que yo enhebro
mi pluma capital.
Si paro de escribir,
veréis nacer el día
y entonces vuestros nombres
confundirán el signo
mineral de los solos,
que las sombras preservan de los dioses
como un astro apagado.
Hijos sois de la noche, allá
vosotros.
El día es la moneda
con que esos dioses pagan
la deserción, el torpe
proceder con que, al cabo, elegisteis
la orfandad de la luz.
Ladra el mastín del tiempo
y, a lo lejos, la aurora,
como una lumbre avara,
deshilvana ya el velo
de las constelaciones.
De Copa de sombras. 2009
miércoles, 6 de febrero de 2013
AVELLANAS
El viejo que les daba a las
ardillas
de comer en Hyde Park
bajaba cada día
con la misericordia del pan duro
y sus bolsillos llenos de avellanas.
Llegaba de Bushey donde vivía
con una hija muda y su mujer,
bordadora de oficio que soñaba
cada noche de luna
con la resurrección horrible de la carne.
No infundía sospecha.
Los viajeros del tren no suponían
su claro ministerio,
la deuda de la vida con su oficio,
su bienaventuranza.
Andaba sin la urgencia
de la ambición. Se santiguaba
al entrar en el parque y sacudía
su bolsillo repleto de avellanas
lo mismo que una esquila,
ese ancestra reclamo con que el fruto
ese ancestra reclamo con que el fruto
convoca los impulsos
de las parvas criaturas.
Las ardillas, solícitas,
acudían voraces a su encuentro
como un relente, un signo
de extraña confianza
con que la tierra le pagara así
su dulce mansedumbre.
Se sentaba en el césped.
Se dejaba registrar los bolsillos
en un gesto de entrega
y así pasaba la mañana, hecho
naturaleza viva, repartiendo
sus dones a las viejas
ardillas de Hyde Park sin nada a cambio.
La orfandad del asfalto,
la oscura deserción de las raíces,
hizo virtud de un gesto
tan tierno y cotidiano.
Dios guarde a las ardillas
muchos años
y nos conceda el fruto
con que ejercer nuestra misericordia.
Dios guarde un hombre puro entre los hombres
que baje cada día a Hyde Park
y sólo con un simple
puñado de avellanas salve al mundo
de su negro destino.
De Raíz de la materia. 2011.
De Raíz de la materia. 2011.
lunes, 4 de febrero de 2013
CARNAVAL
Para mi amigo Santos Domínguez
El papa Pío vivia
en una torre de cera.
Vino Atila con sus bárbaros
y dieron fuego a la torre
y la torre fue una vela
que alumbraba con su llama
a la humanidad entera.
Después se fue consumiendo
y murieron dentro de ella
más de doce cardenales
y monjitas más de treinta.
Pero el papa no murió.
El papa Pío murió
de un ataque de paperas.
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